domingo, 27 de julio de 2008

Mi amiga la luna

Tan pronto como su altura le permitió alcanzar la ventana, pasó noches enteras contandole secretos a la luna misteriosa, compañera de su insomnio, compartiendo con ésta todo aquello que lograba soñar con los ojos abiertos. De vez en cuando aquel tapiz oscuro que bailaba en la noche, desprendía una estrella viajera, que se soltaba con destino "los sueños". Cuánta fugacidad... que corto se hacía aquel momento mágico, y que intenso su brillo. Ella nunca se rindió, y pensó que observando el cielo con paciencia, noche tras noche, lograría que alguna de esas estrellas valientes cayera en su mano, atrapándola en un sueño para siempre. Su mano, helada por las noches frías, aguantó una y otra vez, tendida hacia la nada, posada en el vacio... Hoy ha crecido, sus manos siguen heladas, su piel blanca como la de la luna, y sus ojos disfrutan del brillo más intenso de unas estrellas que nunca más se irán...

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