
¿Qué es la memoria? Dicen que recordar es el vehículo reflexivo que nos conduce al conocimiento propio. Recordar...adentrarnos en el artificio retraído de la experiencia. A veces, ciegos ante el presente, o como Homero y Borges (ciegos realmente), nos adentramos en el pasado moldeado de recuerdos. Es así como la ceguera ante el presente marca el giro a otras realizaciones. Y surgen palabras sensibles a la luz: la memoria es el resultado de una negociación entre la luz y las sombras. La luz total ciega. Deslumbrarnos es no ver nada salvo luz que fulmina todo lo trazado por las sombras y viceversa. Está concebido que veamos con el ojo sensual lo que da a revelarse a estos dos reinos: ver sombras que toca la luz silenciosa, invisibles registrados por la luz y por el ojo que reinventa y colorea. Teñido por la luz, lo vivido está contenido en las sombras del olvido. El brillante tapiz de la memoria nos permite recuperar ese otro mundo extraviado en lo oscuro, arduas constelaciones. Ver es no ver y no ver es ver otras cosas. La memoria es la brecha por donde recuperamos lo visto y sentido. El creador cierne su mirada sobre este universo enterrado, intuye el reverso de lo visible y la imaginación viene a completar el acto creativo. ¿Qué es la imaginación? Su arsenal está constituido de deseo, memoria y olvido... Jorge Luis Borges, en “Arte poética”, insta a “convertir el ultraje de los años / en una música, un rumor un símbolo”. Inmerso en las sombras de la ceguera física, intuye que un mundo abierto se le propicia: la memoria: “Otra cosa no soy que estas imágenes / que baraja el azar y nombra el tedio. / Con ellas, aunque ciego y quebrantado, / he de labrar el verso incorruptible, / y (es mi deber) salvarme.”
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